Una mujer en el vestidor… PARTE 1

Para quienes me conocen, la historia es vieja… para quienes no (que son casi todos), me presento. Soy Daniela Herrerías, alias Tetë Calvache. Jarochilanga de corazón, amante de la lucha libre. Soy Comunicóloga Creativa, fotógrafa profesional (échense una vuelta por mi sitio: www.flickr.com/photos/tetecalvache y verán.

De inmediato surge la pregunta obligada:  ¿Qué hago yo aquí, en un sitio de internet que se especializa en lucha libre? La respuesta es la siguiente, ahí les va.

A diferencia de muchos, mi historia con la lucha libre no nace en mi familia, ni en mis amigos, ni en mis héroes de infancia, no recuerdo haber tenido contacto con la lucha libre de manera inducida, es decir, nadie me llevó a una arena y quedé marcada para el resto de mis días.

No, lo mío sucedió porque soy fanática de las películas setenteras mexicanas, primero comencé con Enrique Rambal y Silvia Pinal, y de alguna manera terminé viendo películas del Santo. Al descubrir el género de fantasía que ellas emulan, comencé a ver todos los matices de los personajes, lo que representan como símbolo de la sociedad (entonces moderna), y me perdí de la mano de las Mujeres Lobas y Vampiras, entre atmósferas de colores, nieblas espesas y hombres esculturales enmascarados.

Blue Demon girlDe pronto y sin querer, comencé a hacerme de máscaras (compradas, regaladas y apañadas), y me inicié con las #FakeSeries, esperaba que cualquier mujer se dejara tomar fotos por mí, enmascaradas. Luego usé hombres. Luego todo lo que oliera a lucha libre.

Mi carrera fue de la mano con las luchas desde su inicio, recuerdo eso sí, muy bien, la primera que fuí a cubrir como reportera: Hijo del Perro Aguayo vs Tinieblas Jr. en la plaza de Toros de Villahermosa, Tabasco.

Ahí me prendí de la lucha, comencé a fascinarme por la simbiosis de la gente y el luchador, por la catarsis que se vive dentro y fuera de un ring, por la adrenalina de correr entre las gradas esperando no ser rehén de ningún luchador; e incluso, ahí fue donde comencé a temerle al “Perrito”.

Años más tarde y de manera profesional, aprendí a tomar fotos entre las calles de la Condechi y San Cosme. Ya con varios años encima, y unos cuantos años de lona recorrida bajo el ring, entre Tabasco y Veracruz, había descubierto que mi pasión es tomar fotos de lucha libre.

La fortuna y mi maestro de ese momento, Black Terry Jr., me dieron la oportunidad de comenzar tomando fotos en la Arena López Mateos. Recuerdo muy bien la primera vez que llegué, recién salida de un curso en el periódico Reforma. Así que ahí estaba yo, tomando fotos entre focos rotos y tablas (otro día les cuento mi novatada en la Primer Expolucha de la Ciudad de México). Me enamoré, me hice adicta a la adrenalina, a sentir la emoción de correr y bajar por las mismas escaleras, de escuchar los gritos de la gente, de ponerme en la piel del luchador al escuchar su canción, ahí fue cuando la pasión me abrazó.

Aprendí a desaprender, a escuchar sin ver y a desarrollar, un sexto sentido de dónde estaría la imagen que valdría oro. Unos meses más tarde, ahí estaba yo, en una empresa de lucha libre, tomando fotos y siendo #unamujerenelvestidor… de eso, les cuento la próxima.

Conoce a la autora

Comparte
Deja un comentario