Desde que en 2017 salí de una empresa grande y comencé a trabajar en el ámbito independiente, me he encontrado de manera recurrente con un cierto tipo de personas, nefastas y cancerígenas, dentro de la actividad de hacer funciones de lucha libre. Me refiero a aquellos tipos que pretenden obtener siempre el mayor beneficio de manera inmediata, sin importar a quién afecten en el camino, valiéndoles gorro el terminar cerrándose la posibilidad de tener más trabajo o negocios con esa persona en el futuro e incluso despreocupándose de cómo va a quedar su reputación después de eso.
En particular estoy refiriéndome, pero no limitándome a aquellos luchadores, colaboradores y promotores que, cuando ven a alguien con recursos e iniciativa para hacer funciones de lucha libre, parecen encontrarle un signo de pesos pintado en la cara y tratan de exprimirlo cuanto antes para finalmente tirarlo en el desván y dirigirse a buscar otra víctima.
Para que el lector que no trabaja en el medio luchístico se haga una idea más clara de lo que estoy refiriendo, voy a citar como ejemplo hechos concretos que he atestiguado muy de cerca sin mencionar nombres. Si alguno de los involucrados “pilla”, como se dice en el ambiente (se queja, pues), entonces escribiré otro artículo con su nombre y mayores datos.
Recién comencé a trabajar con los indies, “me arreglé” con una empresa que organiza y vende funciones con frecuencia. Y pongo me arreglé entre comillas, porque yo pensaba que había acordado mis honorarios con el que dirige la citada promotora, el cual en ese momento tenía un socio. Al momento en que me dieron luz verde para trabajar dicho “business partner” no dijo ni pío, en pocas palabras él no me contrató, sino el dueño de la promotora en cuestión. Luego de una gira en la que los resultados no fueron buenos, resultó que no había dinero para pagarme, a pesar de que dicha promotora, como he referido antes, realiza y vende eventos durante todo el año. En ese momento me enteré de que el socio, quien repito, no había abierto la boca para contratarme, era el que me debía mi sueldo según los dirigentes de dicha empresa, quienes he de decir que también me invitaron a demandarlo, acto que la verdad no es mi estilo ni forma de actuar (nunca he demandado a un patrón y difícilmente lo haría, me gusta ser agradecido cuando me dan oportunidades). Por cierto, la única persona que me pagó una parte de mis honorarios fue precisamente el socio al que supuestamente debería de haber demandado.
#Boom. Esta fue mi novatada al regresar a la lucha independiente. Pero no solo me llamó la atención que en todo momento trabajé para esa empresa, no para el socio, e incluso hablé a nombre de ella públicamente en medios de comunicación y aún así no se asumió responsabilidad alguna hacia mi trabajo por parte de la misma, sino que también me impresionó la manera de “hacer negocios” que como promotora tenían. Invitaron al mentado socio a inyectar capital iniciando con una gira con garantías y gastos altísimos. Dicho socio hasta creó un sitio web de su bolsillo para promover la marca y estaba considerado para seguir adelante con ellos. Es decir, no se trataba de una sociedad ex profeso para esa gira, sino que, al menos en el discurso, estaba concebida para durar más. Esto también apoya mi punto de que yo trabajaba para esa empresa y no para el socio como particular, de hecho en juntas con terceros se manejó de esa manera enfrente de mis narices. Pueden negarlo todo lo que quieran, pero lo que yo escribo lo viví y miré con mis propios ojos. Volviendo con la gira en cuestión, bastaba con observar los carteles para entender que solo un milagro la salvaría de un estrepitoso fracaso, dados los costos que llevaban y -por ende- los elevados precios del boletaje.
Lo único bueno que se obtuvo de todo esto fue la experiencia y el crédito de haber realizado una serie de eventos con estrellas internacionales al nivel de las empresas más grandes. Pero adivinen quién se llevó todo ese crédito: sí, la empresa en cuestión. Es decir, para la opinión pública la gira la hizo la citada promotora, pero para efectos de los acreedores se trataba de una función de otro. Negocio redondo. Lo peor sobre este tema es que no soy el único, muchos otros siguen esperando su pago.
“Los acomedidos” al hacer funciones de lucha libre
También me he topado con personas de este tipo en fechas más recientes y en más de una empresa promotora. Lo mismo han sido luchadores, réferis, coordinadores y hasta empresarios establecidos, los que se aprovechan de los recursos y la buena voluntad de personas que buscan invertir en hacer funciones de lucha libre, para cobrarles el triple por sus servicios, meter a todos sus amigos a los programas e incluso venderse para actividades que no saben realizar. Gracias a estos acomedidos, si alguien tiene suficiente dinero y está buscando hacer funciones de lucha libre, de inmediato será rodeado por numerosos cortesanos que dirán sabérsela de todas todas, que ofrecerán asesorías y luchas de clase mundial, pero que en muchos casos ni siquiera han trabajado de manera profesional realizando las actividades para las que se ofrecen, o bien, con plena conciencia de ello, están cobrando precios más altos que el mercado y exprimiendo al promotor hasta que éste se cansa o se desangra.
Lo más curioso es que existen incluso los que andan por ahí corriendo la voz y ufanándose de que le sacaron tal o cuál dinero a ese entusiasta e incitan a otros a hacer lo mismo. En mi caso me gusta ser lo más profesional que puedo y, al menos en las promociones en las que estoy trabajando, me ocupo de que eso se acabe, o al menos de aminorarlo, pero muchas veces no es fácil ir por la vida peleándose con todo mundo. Sobre este tema en general tengo unas preguntas para todos los que conformamos el tras-bambalinas de la lucha libre y en especial para quienes “trabajan” de la manera antes descrita:
¿No sería mejor ayudar a esos inversores a optimizar costos y recursos, para que puedan recuperar su dinero y deseen seguir invirtiendo en hacer funciones de lucha libre? ¿No podríamos apoyarlos para no cerrar la fuente de trabajo, en vez de matarla? ¿No sería mejor ganar 5, 000 pesos cada semana durante todo un año, que ganar 20 una vez y perder la fuente de ingresos?
Por eso, amigos que quieren ser promotores, si aparece alguien, así tenga un nombre tan grande como el de Hulk Hogan, no basta con saber que se trata de Hulk Hogan. Si se vende como luchador, qué bueno, pero si pretende hacerlo como creativo, programador, productor, coordinador, jefe de prensa o barrendero, cabe siempre la pregunta: ¿Y qué carteles has programado, en qué empresas o locales has producido, dirigido, coordinado, qué pisos has barrido?… Eso, queridos amigos, junto a un seguimiento riguroso y permanente de cada peso invertido en hacer funciones de lucha libre y una estrategia clara sobre cómo se va a recuperar, les ahorrará muchas pérdidas y decepciones. Solo se trata de pensar detenidamente antes de actuar. En las empresas más grandes se trabaja así y por algo tienen el éxito publicitario y financiero que todos conocemos.
Suena exagerado pero no lo es, parecería que esto es algo que incluso no se tendría que analizar por lo obvio que resulta conceptualmente hablando en términos de negocios, pero los hechos muchas veces contradicen toda lógica y teoría. Al hacer funciones de lucha libre en México -y seguro fuera de nuestras fronteras- todavía existe mucha gente con mente pequeña que no solo es deshonesta, sino incapaz de ver el negocio a largo plazo. Y su actitud es un cáncer. Uno que requiere ser extirpado, cuanto antes, para beneficio del negocio que tanto nos da a todos, porque hay colaboradores honestos que sí quieren trabajar y tienen la experiencia necesaria para hacer crecer un proyecto. Como dijera el político al que llamas cabecita de algodón: “con honejtidá… y acabando con la… corupjión”.