La magia de saber que no sabes nada

Hace unos momentos, leía la columna de Alfonso Lizarraga, mejor conocido como Dr. Landrú, en la que evidencia a esos eruditos de Facebook, esos que lo saben todo, que gritan cuanta majadería se les ocurre en las arenas “por hacerse los graciosos” y que se sienten con derecho de insultar, en vivo y por redes sociales, a todos los que conformamos una función de lucha libre, porque “siempre tienen la razón”.

Debo decir que Landrú me ganó la idea, ya que planeaba hacer otra columna que, a grandes rasgos, señalaba que la afición tiene la lucha libre que merece, esto a raíz de una imagen, que a mí me dio entre repulsión, pena y tristeza, de un “aficionado” de Monterrey que le llevó a firmar un tabique a Ángel o Demonio, después de los lamentables hechos sucedidos en Tlalnepantla, mostrando poca empatía y nulo respeto por los afectados de esa noche.

Una de las preguntas más recurrentes que nos hacen a los que hemos y estamos dentro del ambiente son: “¿los conoces sin máscara?, ¿si se pegan de a de veras?, ¿es sangre o son capsulitas?, ¿todo está planeado?”, a las que uno responde de la manera más franca y a la vez más sana posible, con el objetivo de conservar la magia de este deporte con tintes de espectáculo.

Y aquí, estoy seguro de que a todos nos ha tocado filosofar y creo que más de uno tuvo la misma conclusión: “me hubiera gustado quedarme de aficionado”, pero no de esos que cuestionan todo y critican por criticar, sino un aficionado común, que aún cree en la lucha libre como un escaparate de la realidad, como un mundo alterno y como una fuente de diversión sana.

Esos aficionados a la lucha libre

Muchas veces quisiera ser de esos aficionados que se compran una máscara afuera de la arena y una fuerza se apodera de su interior, que aprecia entrar a una arena como si te adentraras en un templo que conlleva fantasía, fuerza y coraje.

Ver de nuevo a los luchadores como superhéroes, como seres inalcanzables que nos hacen soñar con todos esos movimientos sobrehumanos, vivir todas las acciones del 6×6 al filo de la butaca, apreciando una llave, unas patadas y el esperado vuelo con la emoción de un niño después de ver los regalos debajo del arbolito de navidad.

En verdad nos hace falta eso, para poder crecer como afición y crear una nueva época de bonanza en México en cuanto a lucha libre se refiere. Tenemos que dejar de criticar por criticar y hacernos los más conocedores por solamente posar. ¿Qué nos importa a nosotros cuánta gente va a las arenas, cuánto cobra un luchador o si tal anda con cuál?

Debemos rescatar la magia, disfrutarlo como lo que es, UN ESPECTÁCULO DEPORTIVO, que tiene el fin de entretener a la gente que va a las arenas y las mira por las diferentes plataformas, creo que tenemos suficientes problemas en los diversos frentes que tenemos como para que la lucha libre se convierta en uno más. Basta de las frases trilladas que evocan “resultados predecibles”, “consentidos” o “no es un buen ángulo” o solo va a “jobbear”.

Miren la lucha, disfrútenla, ámenla y respétenla, pero tómenla como lo más importante de lo menos importante, vayan a las arenas, consuman lo que venden en ellas, respeten a la gente que también paga un boleto y sobre todo conserven el ambiente familiar dentro de esos templos que conjugan magia y diversión.

Soy Enrique Yniesta, me dicen el #LuisMiguelDeLaLuchaLibre y me encuentran en todas las redes sociales como @enriqueyniesta.

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