Ha pasado más de un año desde que comenzamos a publicar videos en Youtube en el canal de lucha libre The LUCHA Station. A pesar de que ya teníamos cierta experiencia en la plataforma porque nos tocó crear y manejar los canales de Youtube de AAA, WR y Lucha de Barrio, debemos aceptar que correr por cuenta propia la creación y difusión de contenido (sin el respaldo de una empresa) es otro cantar. Tenemos que reconocer que ha sido un reto.
Al momento de escribir este texto en TheLuchaStation.com, cuando el canal está persiguiendo el millón de vistas y los 5000 suscriptores, podemos decir que ya hay cosas que contar sobre cómo nos ha ido en este nuevo proyecto, luego de muchos meses de que anunciamos aquí mismo (cuando todavía era Criticoluchistico.com) los motivos que nos llevaron a crearlo.
Pues bien, al más puro estilo de una editorial que nos gustaba leer en una revista, les vamos a compartir lo Bueno, lo Malo y lo Feo que nos ha tocado ver en este proceso que aún sigue en pañales.
Lo bueno: hemos encontrado mucho apoyo dentro y fuera del medio de la lucha libre. Luchadores, compañeros de otras plataformas de difusión, gente de RP de las promotoras y demás personas maravillosas nos han comenzado a abrir las puertas y a dotar de credibilidad. En gran medida hemos tratado de respetar y cuidar el negocio tal como nos lo enseñó mucha gente a lo largo de más de dos décadas y quizá por eso es que muchos nos han apoyado, pero lo más importante para nosotros es que el público nos ha distinguido mirando los videos. Sí, no tenemos los views de otros canales menos conservadores, por llamarlos de alguna forma, pero aún así la gente nos ha obsequiado su presencia cientas de miles de veces, cosa que nos emociona como cuando iniciamos en la lucha hace 23 años. Eso sin olvidar todos los comentarios de apoyo que han dejado en los videos, por lo que estamos agradecidos.
Lo malo: que también hemos podido observar situaciones negativas entre los mismos creadores de contenido. No contra nosotros, afortunadamente, pero sí grillas un tanto infames entre algunos de ellos, que nos recuerdan a los momentos más álgidos de las guerras AAA vs. PROMELL o AAA vs. Promo Azteca en las entrañables Box y Lucha y SUPER LUCHAS.
Hemos observado que en el mundito de la lucha libre en Youtube hay acusaciones de prácticas monopólicas, bloqueos, acoso e incluso golpes. También (lo que pasa en todos los ámbitos de la vida) que existen colegas tirándole con singular alegría a otras iniciativas en vez de enfocarse en hacer buen contenido que ayude a desarrollar la lucha libre y a la vez les genere algunos pesos.
De igual manera nos sorprendió leer que existen compañeros que se escandalizan ante la idea de vender los videos que graban al programa de socios de Youtube, el cual los monetiza a través de anuncios para que los creadores (en este caso Luchatubers, como se les ha venido llamando) puedan ganar dinero. Les parece poco ético hacerlo (especialmente a personas que no quieren o pueden lograrlo), como si los medios y la creación de contenido en general no fueran, en sí mismos, un negocio. Y uno bastante viejo, por cierto, ya que todos los creadores profesionales que a través de las décadas han acudido a una función de lucha libre a tomar fotos, videos, crónicas, etcétera, han monetizado su material de diversas maneras.
En el pasado las revistas especializadas vendían altos tirajes, obviamente esto era un negocio que repercutía en publicidad positiva para el deporte, el cual ganaba a través de ello difusión para mantenerse vigente y que el público siguiera acudiendo a los locales. Esto nos parecía normal porque el trabajo informativo es eso, un trabajo, de la misma manera en que la labor realizada por un creador audiovisual en Youtube o cualquier otra plataforma debería ser considerado.
Sin embargo los propios creadores o un sector de ellos sataniza a los que hacemos contenido para la plataforma y con ello podemos meternos tres pesos al bolsillo, “porque no se les da nada a los promotores y luchadores”. Como si las revistas y periódicos, hoy en extinción, hubieran tenido éxito regalando su trabajo o por compartir las ganancias, que no siempre han sido las mejores, con el talento o las empresas de lucha libre.
El problema no está en que el medio de difusión o en este caso creador de contenido digital busque la manera de monetizar lo que produce. Es lo más lógico ya que, repetimos, se trata de un trabajo. Por citar un ejemplo, para lograr la monetización en Youtube o más bien dicho para postularse a ella, un canal debe reunir 1000 suscriptores y 4000 horas de visualización real. Conseguir esto podría sonar sencillo para quien no lo ha hecho, pero es un proceso complicado y arduo, que requiere muchas horas de trabajo no remunerado tan solo para poder aspirar a cobrar los primeros centavos. Para el que empieza en el portal de videos ni siquiera es seguro que llegará a este punto, pero si lo logra se lo habrá ganado a pulso, ya sea (en el caso de la lucha libre) por haber ido a las arenas a cubrir o simplemente por comentar frente a una cámara en su habitación. El problema no es que tal contenido se monetice sino el tipo de contenido que se está monetizando. Ahí es donde la puerca tuerce el rabo.
Lo feo: es justamente eso, la sarta de tonterías que se publican todos los días en Youtube. Cuando iniciamos con el canal pretendíamos dedicar una parte de él a darle sus periodicazos a los fanboys que hablan de la industria como si tuvieran, para empezar, algún nexo con ella y basándose en fuentes poco confiables, pero que tiran a matar video tras video. Hacen todo lo que los de mi generación y anteriores no acostumbramos hacer a pesar de que sí contamos con experiencia real y lo más importante, con información privilegiada. Información que conseguimos gracias a la confianza del medio y que si sacáramos a la luz seguramente tendríamos vistas y suscriptores, pero cero ética profesional.
Una vez, cuando hacíamos un programa semanal en el canal con Andrés Maroñas, alguien puso en el chat que nosotros no le tirábamos a AAA acerca de uno de sus eventos porque queríamos regresar a trabajar ahí, cuando la realidad es que no lo hacíamos porque en realidad creíamos que el evento citado había valido la pena. Por otro lado, si quisiéramos volver a trabajar en la empresa ya lo habríamos intentado, pues sabemos bien a dónde y con quién acudir, ya que es gente que nos conoce de sobra por años y años de trabajar juntos. Incluso podríamos apostar cualquier cantidad a quien nos demuestre que hemos buscado hacerlo alguna vez, con toda la seguridad de que vamos a ganar. De modo que no, aunque apreciamos mucho la marca y le debemos tanto, la realidad es que no estamos buscando volver, aunque uno nunca sabe qué pasará mañana y no guardamos rencor, pero el hecho es que no le hemos movido por ahí, estamos en paz y contentos con lo logrado. En pocas palabras, la persona que comentó eso lo hizo sin saber y ese es el común denominador de muchos comentarios que hay en la web.
En otra ocasión hubo un video que viralizó, donde dijimos que Cibernético había levantado a Kane. Rápidamente, cual zopilotes rondando la carne muerta, como quince individuos se fueron a burlar diciendo que ese no era Kane, que Diesel se llamaba Kevin Nash. Los que realmente conocemos este negocio y su historia contemporánea sabemos perfectamente que Nash nunca luchó en AAA y que fue Kane con el personaje de Diesel quien vino a México en 1997.
También es común que vengan y nos quieran contar sobre hechos y rivalidades que vivimos en persona, no en Facebook y hasta de luchas que programamos o coadyuvamos para que se programaran. Así es mucha gente: sin imaginarse que van a quedar en el peor ridículo, quieren enseñarle a Herdez a enlatar chiles.
Pongo estos ejemplos de comentarios y actitudes de la propia audiencia (un sector de ella, porque también existen los aficionados más informados y sobre todo, más respetuosos), para llegar al punto medular: los fans que destrozan o creen destrozar a medio mundo en sus canales de Youtube, páginas de Facebook y demás espacios. Cabe la comparación porque es muy posible que si los que fueron a nuestro contenido a comentar toda esa sarta de barbaridades tuvieran un canal de Youtube, este sería exactamente igual a esos canales donde se publican cosas como “Terrible ERROR de AAA”, “se filtra cuánto cobró por la tapa” y “le regalan una tapa a Atlantis Junior”. Como si en la lucha libre la información privilegiada se le anduviera dando a Juanito Pérez. Y es que ni siquiera criticamos que se toque tal o cuál tema, sino que se haga sin saber.
Hacen pronósticos que la mitad de las veces fallan, con frecuencia asegurando resultados que contradicen toda lógica a sabiendas de que van a errar, pero con el fin de detonar el clic (bait). Para acabar pronto hacen lo que recientemente dijeron Octagón y Cibernético en su podcast y nosotros venimos señalando hace meses: hablan sin saber. Tal como leí en una polémica cuenta de Twitter pro-CMLL llamada “Los Coliseínos” (saludos si es quien creo que es), no le saben, le soban.
Al iniciar el canal pensábamos, como dije arriba, ponernos a refutar a esta gente de la forma más respetuosa posible, pero con el tiempo las circunstancias nos llevaron a conocer a algunos de ellos al menos en videollamada y descubrimos que son personas que también están en su derecho a expresar lo que piensan, aunque lo que digan frecuentemente esté mal, exagerado o tergiversado (no se puede exigir credibilidad a personas que no solo nunca han visto cómo y por qué se hacen las cosas, sino que rara vez se han parado en una arena). Porque al final esos canales son de aficionados, cosa que de forma responsable alguno de ellos ha aceptado sin reparo en los comentarios de uno de nuestros videos. Por eso no hay razón para crucificarlos, pues es la audiencia la que decide qué tipo de contenido prefiere ver, sin mencionar que todo cae por su propio peso y el tiempo pone a cada quien en su lugar. A esos Luchatubers, que algunos compañeros han llamado manchadamente “vivitubers”, a lo mucho se puede sugerirles que se pongan las pilas (que un par de ellos, me consta, lo ha hecho últimamente), para no creer en gente que aunque puede tener alguna relación con el medio NO tuvo, tiene ni tendrá el nivel de confianza y de relevancia como para saber cómo se mueven los hilos dentro de una AAA o un CMLL.
Para acabar pronto, la única diferencia que tienen con los que hablan de luchas o fútbol en una borrachera o los que gritan frente a la tele al director técnico de un equipo para que tome tal o cuál decisión, es que los Luchatubers, Futboltubers, TVtubers, etcétera, se graban haciéndolo para Youtube.
Dijimos antes que en efecto, las viejas revistas especializadas, periódicos y demás medios monetizaban el contenido que tomaban en las arenas por medio de la venta de ejemplares y hoy, en plena era digital, se monetizan los videos en Youtube, Facebook y otras plataformas. Esto en teoría es justo, ya que no debemos menospreciar la labor de informar ni el trabajo, tiempo y costos invertidos en producir el contenido. Sin embargo hay una diferencia sustancial entre unos y otros: los medios de antaño solían enfocarse en promover y engrandecer el negocio de la lucha libre, mientras que hoy muchos creadores de contenido digital parecieran estar empeñados en desnudarlo y pisotear sobre él.
Hablando de rigor, y los profesionales entenderán por dónde voy, es válido criticar, sobre todo cuando ciertas acciones de los protagonistas afectan los intereses de otros o incluso la propia imagen, calidad y credibilidad de la industria. También es sano opinar si una función o acontecimiento no nos parece bien llevado, sin embargo hay una línea que no se debe cruzar a menos que se tengan los pelos en la mano, línea que actualmente se atraviesa día tras día en Youtube y otras plataformas. Al hacerlo casi siempre se está haciendo a la lucha libre una publicidad negativa, de lo que muchas veces los luchadores, promotores y otras personas son cómplices.
En las viejas revistas los autores se tiraban, criticaban a las empresas rivales y hasta llegaron a destapar gente, pero siempre había una línea que no se cruzaba o se procuraba no cruzarla de no ser totalmente necesario. Línea que no era precisamente la del mentado kayfabe, que esa no nos escandaliza tanto como otra muy básica que algunos no solo no evitan sino al parecer ni la conocen: la del respeto. Porque hasta Dave Meltzer tiene no solo cierto respeto al medio, sino a su audiencia. Utiliza buenas fuentes. Presenta un análisis más objetivo y apegado a la realidad de la industria que aquellos que están sentados esperando a que aparezca una lista apócrifa de garantías para salir corriendo a darla por buena.
Recuerdo cuando descubrí, trabajando aún para AAA, al primer chico que se paraba frente a una cámara hablando sin saber, el cual por cierto ya no es tan popular pero en su momento me sorprendió por cuánta gente era capaz de verlo diciendo incoherencias. Me pareció, y sigo pensando igual, que lo que hacía era para su público una falsa puerta de acceso a los secretos de un medio que siempre se había caracterizado por su hermetismo.
Cuando los aficionados de la Generación X y los primeros millenials leíamos revistas de luchas buscábamos la nota escandalosa, el chisme, igual que la audiencia de hoy. Solo que aquellos que redactaban los artículos tenían presente esa línea que no debían de cruzar (hasta cuando la cruzaban) y que hoy se transgrede día tras día gracias a la comodidad y la seguridad de estar en un escritorio, tras una computadora. La cobarde sensación de invulnerabilidad.
La diferencia de nuestra generación con la de los Luchatubers ni siquiera puede plantearse en dichos términos, porque no es cabalmente un tema generacional. Estriba en que nosotros soñábamos con hacer algo en la industria y ellos no, muchos ya lo hicimos, otros más o menos, habrá quienes no hicieron nada, pero si en algo casi todos compaginamos es en la premisa de cuidar y respetar nuestro negocio. Por esa simple razón la mayoría de los Luchatubers no son nuestros sucesores, sino harina de otro costal. Muchos de nosotros nos enfocamos en andar un camino en la vida real y luego de eso abrimos un canal para venir a contar lo recorrido, mientras que ellos decideron saltarse el camino y el recorrido en pos de la popularidad inmediata que da el meterse con personas, empresas, trayectorias y reputaciones. No importa que no se sepa de lo que se habla, no importa mentir, no importa difamar.
No son nuestros sucesores porque simplemente nosotros no tratamos así a lo que nos ha dado de comer por tantos años y sobre todo nos ha regalado lo mejor de nuestras vidas. Porque eso sí, si dijéramos lo que algunos de nosotros sabemos, arde Troya. Pero amigos, Troya no va a arder mientras exista gente inteligente y digna viendo, creando y difundiendo la lucha libre.