Stephanie Vaquer y Cuatrero: perspectiva de género, medios y justicia en la lucha libre

El ya tan traído caso de Cuatrero y Stephanie Vaquer ha venido a cimbrar la lucha libre hasta las entrañas. Y cómo no, si este tipo de temas no son para nada los que estamos acostumbrados a ver y publicar quienes somos cercanos al deporte espectáculo. Sin embargo, pese a lo delicado y hasta desagradable que ha resultado tener que hablar de esto, la polémica que se ha desatado tiene su lado positivo: nos obliga a todos a la reflexión sobre una serie de planteamientos que poco han alcanzado a la lucha libre, tanto así que se puede afirmar, sin faltar a la verdad, que esta se ha quedado atrás en lo relacionado a ellos. Me refiero a la llamada perspectiva de género.

Encuentro dos factores fundamentales que podrían ser de utilidad en el proceso de explicar por qué una agenda tan vigente como la de los derechos de las mujeres casi no ha penetrado en el deporte espectáculo:

1. Muchos aficionados idolatran a los luchadores a niveles casi dogmáticos. Para ellos resulta impensable que un luchador sea capaz de cometer un delito. Los ven como héroes incorrompibles y qué bueno, porque en eso se basa, en gran medida, el negocio de la lucha libre profesional. Sin embargo ya estamos en 2023 y es hora de que este sector de la afición comience a aclarar sus cabezas cuando sea aplicable y a entender que los luchadores son seres humanos como todos los demás. Dejemos la negación a un lado para ponernos a pensar tantito.

En un caso como este, donde ambas partes sostienen versiones inconciliables, se debe analizar partiendo de que una cosa es la verdad (los hechos) y otra la descripción subjetiva que de ella pueden estar haciendo dichas partes, desde sus posturas encontradas. Esto deja abiertas al menos tres posibilidades: que Vaquer diga la verdad, que Cuatrero diga la verdad o que los dos mientan total o parcialmente. Será trabajo de la autoridad competente encontrar lo que realmente sucedió y sancionar en consecuencia. Sin embargo, llegado ese momento, los fans de una u otra parte deberán entender que su luchador o luchadora favoritos también se equivocan, también pueden ser gandallas, también pueden cometer faltas. Porque son personas. Hay que entenderlo tal cual es y dejar de tragar sapos, de defender lo indefendible.

STEPHANIE VAQUER y CUATRERO

2. El otro motivo que identifico para que la lucha por los derechos de las mujeres y sus respectivas conquistas hayan pasado de noche por la lucha libre es que los medios especializados y RP’s de la industria no estamos acostumbrados a lidiar con este tipo de notas, los primeros, y a realizar buenas estrategias de control de daños, los segundos. Hacemos mucha burrada y manejamos la info a tontas y a locas, tomando partido o simplemente confundiendo más. Andamos como vacas sin rumbo cuando somos los primeros que deberíamos saber tocar y afrontar este tipo de tópicos, pero lejos de ello seguimos haciendo osos tales como los comunicados con faltas de ortografía y graves errores de sintaxis que recientemente han salido a la luz pública. En algunos casos, los más patéticos, vamos por la vida haciéndonos los occisos en aras de no patear el pesebre, ante hechos deplorables como el que se le imputa al Dinamita.

Hay quien dice que la vida privada debe quedarse como tal y siempre he estado de acuerdo con ello, pero hay cosas que por su gravedad no pueden sino ser públicas y que, sea el Planchitas u otro fulano quien comience el proceso, van a terminar siéndolo.

El ejercicio de señalar públicamente lo deplorable es necesario ante ciertos hechos, aunque en otros de menor gravedad quizá no tanto, ahí el criterio y sistema de valores de cada creador resultan determinantes. Pero en este caso se trata de algo que debe denunciarse sí o sí, en un acto no solo de libre expresión sino de responsabilidad social. Porque es muy importante que todo el mundo de la lucha libre sepa que golpear a su pareja no es gracioso, no es normal, que no es tema que pueda quedarse en privado (es decir oculto). Que se sepa que nadie que violente a nadie se puede salir con la suya.

Hay gente, la he leído, que pretende revictimizar a las mujeres agredidas. En pleno 2023 prevalecen este tipo de ideas retrógradas y desafortunadas, que por ellas todavía se normaliza la violencia al grado de que muchas mujeres siguen siendo ignoradas cuando denuncian. De entrada hay que creerles e investigar.

Por lo mencionado y más es que -repito- el medio de la lucha libre debe salir ya del oscurantismo en este rubro.

Decía que los medios y RP’s de lucha libre también tenemos nuestra parte de culpa. Hemos sido tradicionalmente herméticos y se entiende por qué: nos desenvolvemos en un ambiente que premia la confidencialidad y cuya información privilegiada, por más monigotes ridículos narrando cuentos chinos y teorías de la conspiración en Youtube, sigue siendo totalmente elitista, cerrada, secreta.

No obstante esta cultura del silencio, en estos casos debemos actuar, tal como ya lo hacen compañeros de otras fuentes, porque hay mucho en juego. La labor de un comunicador, llámese como se llame e independientemente de la formación que tenga, debe ser buscar la verdad. Y una vez hallada repetirla hasta aplastar la mentira.

Si Vaquer dice la verdad su agresor deberá asumir las consecuencias y si no es así es ella la que deberá hacerlo, que para eso también hay leyes. Pero en ningún caso deben temblar la pluma o la voz: todos tenemos el poder para tomar un hecho deplorable y transformarlo en un buen precedente, con miras a que los fanboys sepan cuándo no ser fanboys y los comunicadores orgánicos de la lucha libre sepan cuándo volverse críticos y denunciantes. Como se dice en la arena y el estadio, sí se puede.

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