El aficionado de hueso colorado a la lucha libre nunca está contento. Si le pones veteranos dirá que están muy viejos, puro cartucho quemado, producto Barcel. Si le pones jóvenes, que están muy verdes y que lagartijas, que no luchan a ras de lona. Si le pones jóvenes y esperas un tiempo y algunas luchas importantes para darles un lugar poco a poco, resulta que son luchadores inflados y producto de la mercadotecnia. Y esta última es, a grandes rasgos, la mayor “crítica” que he leído sobre Psycho Clown, quien es sin duda alguna la más brillante estrella que ha creado PAP/AAA en muchos años.
Podría escribir mucho sobre la persona que Psycho Clown es en el roce profesional, pero lo resumiré. Buen elemento, respetuoso y dedicado en el trabajo. No negaré, porque todo mundo lo sabe, que a veces es temperamental, pero tampoco puedo omitir que sabe respetar al compañero, al jefe, al colaborador, al periodista, al promotor. En resumen y sin entrar en detalles, tengo bastante qué comentar luego de convivir por muchos años y viajes. Y es precisamente esa cercanía laboral la que me sirvió para comprender, aceptar y en su momento apoyar a Psycho Clown como una estrella legítima de la lucha libre, no sin antes analizar lo mejor que pude sus alcances.
Marks y neomarks
En internet, en especial desde el surgimiento de las redes sociales, el aficionado de hueso colorado encontró el lugar para explayarse. Muchos lo hacen para bien, he de reconocer, pero otros no. Y estos últimos, los que no, son todos unos pelafustanes con smartphone: insultan, destapan, agreden, apuntan con el dedo. Pretenden afectar o al menos exasperar a luchadores y personalidades que de otro modo nunca sabrían de su existencia.
En los Estados Unidos surgió hace muchos años el término “mark”, que se refiere (casi siempre en forma peyorativa) al aficionado que no sabe cómo funciona el negocio y cree todo lo que ve, aunque también se usa para definir a aquel que es fan de determinado luchador, empresa, facción, etcétera, y aplaude ciegamente lo que sus favoritos hacen, defendiéndolos con fervor aunque no tengan la razón. Ese tipo de marks, los que defienden la lucha libre o a sus favoritos mientras desayunan barbacoa el domingo o durante los quince años de sus primas, son totalmente inofensivos para el negocio, e incluso podría decirse que son benéficos. Su obsesión y defensa exacerbada del medio y sus integrantes puede resultar positiva, así que con ese mark, el “tradicional”, no nos metemos.
Sin embargo existe otro tipo de mark, el neo-mark, vamos a llamarle. Se trata del mark de redes sociales, ese que surgió con estas en el siglo XXI y que no estaba presente en la primer gran época de la lucha en internet, la de los sitios web, pero comenzó a aparecer poco a poco durante la segunda, la de los foros. Este tipo de mark peca de soberbia: cree saberlo todo cuando no sabe mucho en realidad, y siendo más precisos no sabe nada más allá de lo que ve en internet. La enorme mayoría de estos neomarks ni siquiera ha estado nunca en el medio (quizá ni en una arena, boom), pero aún así se siente con unos pantalones tamaño zanquero, como para ponerse a hablar con pelos y señas sobre cosas cuyo funcionamiento prácticamente no entiende o en algunos casos desconoce totalmente.
Los neomarks se diferencian de los marks tradicionales porque estos basan su comportamiento y visión de la lucha en el gusto y amor que sienten por ella. Aquellos, por el contrario, se sustentan en el odio. Odian tanto que van a los perfiles oficiales de empresas, luchadores y otras personas únicamente para soltar su veneno. Son tan haters que crean grupos y páginas para difundir videos privados y sin máscara de los talentos. Odian a tal grado que dedican gran parte de su tiempo justamente a eso, a odiar. Y son dichos neomarks, sobra decir, los que crucifican a luchadores como Psycho Clown hablando como siempre, sin saber.
En una ocasión, cuando trabajábamos en AAA, varios compañeros de esta empresa nos metimos como público a ver un aniversario de la Arena México. Queríamos saber cómo iba la cosa en el evento grande de la tienda de enfrente, y nos tocó ver en aquella ocasión cómo Volador Jr. perdió la máscara. Esa noche fuimos testigos de cuánto la gente que se dio cita odió a La Sombra. Tal odio no se escuchaba ni sentía como aquel que suele inspirar un buen rudo, que por cierto el posteriormente conocido como Andrade no era tal en realidad, sino que se percibía como un odio legítimo, proveniente de personas que simplemente estaban haciendo berrinche porque las cosas no ocurrían como hubieran querido. Un abucheo, digamos, mal intencionado, por cierto muy común en ciertos locales luchísticos. Algo de ese estilo es lo que pasa con el neomark en las redes sociales.
Alguien, uno de mis dos maestros en el oficio de programar y producir, me dijo una vez que cuando alguno de los haters de redes sociales te critica, suele ser porque desearía tener tu trabajo. Quizá eso tenga algo de cierto, pero desgraciadamente para ellos y afortunadamente para la industria, la mayoría de los odiadores o neomarks difícilmente tendrán el trabajo de alguna persona del medio. Y digo afortunadamente porque el odio es un sentimiento horrible, visceral, y la lucha libre, como cualquier negocio, se trata de hacer cálculos, previsiones, estrategias. De pensar y actuar con objetividad para crear en forma útil y rentable, aunque muchas veces, en lo personal, no nos guste el producto resultante. La gente que vive odiando a tal o cuál luchador o empresa difícilmente podría realizar correcta y objetivamente un trabajo al interior del medio, sin que sus pasiones y furias en pro y en contra de alguien (para el que posiblemente no existen) interfieran.
Establecido lo anterior, describiré a Psycho Clown desde mi punto de vista, siendo lo más honesto y objetivo posible:
Psycho Clown es un luchador balanceado, domina más de un estilo luchístico y es capaz de dar una lucha de buena calidad en prácticamente todas los estilos habidos y por haber ante cualquier rival. Es un peso completo natural (que no son muy comunes en México) y sobre todo cuenta con un factor que centenares de luchadores en el mundo quisieran poseer: carisma. De hecho ya era muy popular antes de ganar máscaras, cabelleras o campeonatos. La gente lo quiere, lo aplaude y eso no va a cambiar. Aquí podría decirse que el carisma se hereda, él es un Alvarado de tercera generación y su padre es sin duda el más calientito y amado de la dinastía. Pero sea por herencia o no, el carisma de Psycho Clown es una realidad, tanto así que no hay nadie surgido en los últimos tres lustros que pueda igualarlo dentro de AAA.
Es difícil pensar que de un día para otro ya no va a haber haters, que estos van a reflexionar o a comprender el punto; lo más probable es que no veremos eso justamente porque son personas de opiniones viscerales, subjetivas por naturaleza. Pero sí podemos ayudar a algunos aficionados menos mal intencionados a evitar volverse neomarks. Promoviendo el análisis frío y objetivo en vez de las bajas pasiones luchísticas de internet: si miramos de cerca veremos que el proceso de crecimiento de la carrera de Psycho Clown no es muy diferente al experimentado en su tiempo por gladiadores de generaciones previas a los que respetan y casi no hostigan, como Atlantis y El Hijo del Santo.
Los luchadores que llegan a ser grandes, en su mayoría, han alcanzado la cumbre en luchas de apuestas y de campeonato dentro de los eventos más importantes de sus respectivas empresas, eso no es nuevo, el negocio se basa en ello desde siempre y las empresas impulsan a los que consideran que van dando el ancho.
Psycho Clown, podría decirse, es el estandarte de AAA tras la era de La Parka y Octagón. Es un gladiador sólido que no desentona ante nadie y una estrella por su propio esfuerzo y méritos. Si alguien no es capaz de aceptar eso es por puro odio, posiblemente ni siquiera contra Psycho sino contra su empresa, y precisamente por ello no está siendo objetivo ni justo en su análisis del luchador. En efecto, muchos odian a AAA y se llevan a Psycho entre las patas.
Haters, neomarks, cálmense un buen. Ni los que sí tenemos una historia con esa empresa nos andamos con tanto hate. Acepten el hecho de que critican a Psycho sencillamente por su militancia, o si no pueden con ello, reconozcan entonces que no saben mucho sobre cómo funciona la lucha libre.