Hace tiempo hablé en este espacio de Myzteziz Jr., Abismo Negro Jr. y Octagón Jr., sobre por qué la gente, a pesar de ser tres grandes elementos, no los acepta, y en general de por qué es una mala idea crear clones de luchadores independientemente de quién posea las reservas de derechos de los personajes. Aquella ocasión cité la infame historia de los falsos Diesel y Razor Ramon en la WWE (F) de 1996-1997, y cómo la empresa McMahon había aprendido del tropiezo, mismo que no repitió, al menos no con personajes tan grandes como los que portaron Nash y Hall.
Hoy estoy volviendo a escribir del tema porque me encontré en las redes sociales con el debut de una nueva Sexy Star. He de decir que a diferencia de la mayoría de las segundas, terceras o cuartas versiones de luchadores, esta nueva Sexy no solo no se parece mucho a la original, sino que más bien no se parece nada. Eso de entrada desconcertó mucho a la gente que sigue las cuentas oficiales de mi ex empresa, pero no lo veo del todo mal.
Si Pentagon Jr., decía en el artículo linkeado arriba, no hubiera puesto de su cosecha elementos como la frase y seña Cero Miedo y modificado el personaje a algo más acorde a su propia personalidad, muy seguramente no habría llegado tan lejos. Este fenómeno, donde el luchador recibe un personaje reciclado pero decide darle su propio toque personal, podría repetirse con la nueva Sexy Star y precisamente eso se le desea a esta nueva luchadora, que sepa tomar su propio camino y escribir su historia. En cuanto a su trabajo en el ring, los comentarios que he escuchado sobre su desempeño durante los eventos en que he trabajado con los independientes, han sido diversos y encontrados. Nunca he trabajado con ella, por lo que eso es todo lo que sé sobre el tema y no puedo opinar.
Lo que no se puede negar es que tiene que llenar unos zapatos muy grandes, para empezar en el aspecto atlético. Si bien Sexy Star original fue derrotada y duramente golpeada recientemente en una pelea (acaecida en una extraña coincidencia con el debut de esta nueva Sexy), es toda una atleta que lo mismo ha sido luchadora profesional que peleadora MMA y boxeadora. No cualquiera.
En sus inicios la Sexy original era un tanto más corpulenta y muy inexperta, y por lo mismo (me consta) no se las vio fáciles para llegar a ser una estrella. Se topó con grandes obstáculos llamados compañeras, cometió sus errores como toda persona pero supo mantenerse en pie y logró convertirse en un referente de la división. La recuerdo muy alegre y platicadora todo el tiempo en los vestidores y en los viajes, yendo de aquí para allá. Siempre queriendo enterarse, saber de todo lo que pasaba. Recuerdo momentos suyos del trabajo de vestidores que no voy a contar y ni vienen al caso, y por supuesto también me acuerdo del tiempo en que comenzó su transformación y su salto a otras disciplinas. Incluso en una ocasión me tocó producir un segmento con ella y Johnny González para el programa de televisión de la tres veces estelar, en un gimnasio del Gobierno de la Ciudad de México ubicado cerca de su casa, donde ellos trabajaban duro para fomentar el deporte. En ese tiempo la veía cambiar para bien, con muchas ganas de seguir creciendo.
Hoy mucha gente recuerda a Dulce Sexy como la luchadora que lastimó a Rosemery y fue señalada con el dedo hasta por Mick Foley, pero pocos conocen más a fondo la historia de una mujer que, querida u odiada, es un referente de la lucha femenil en los últimos años. Su carrera, en sus años dorados como luchadora, es más brillante que la del promedio de sus colegas, cosa que poco se le reconoce. Fue quizá la primer exponente, o al menos la más significativa en ese proceso de cambio, de la nueva tendencia de luchadoras con físicos más estilizados, apegándose un tanto a los de las divas de los Estados Unidos. Fue un icono de la división femenil y en algún momento estuvo presente en casi todo lo que grabábamos. Sin embargo y como a todos nos pasa en algún momento, el romance terminó y se cerró el ciclo Sexy-AAA hace ya tiempo.
Es hasta ahora cuando el mundo vio con sorpresa el nacimiento de la nueva versión de este personaje, mismo que, si lo vemos bien, podría parecer un raro homenaje a la importancia que Sexy Star tuvo (no se había “clonado” a una mujer antes, no de esta forma, en la lucha libre). Vi una entrevista donde le preguntaron a Scott Hall qué sentía al ver al segundo Razor Ramon en la WWF, y respondió que era genial, “como ser Elvis, alguien te imita”. Y sí, es una suerte de homenaje involuntario, no solicitado y casi nunca bien visto, a esos luchadores que sí la pegaron.
En 1996 AAA lanzó su primer clon (al menos relevante) después de la salida del portador original, Máscara Sagrada, que no era otro que Kráneo o Alebrije. Duró poco. Luego vinieron otro, otro y otro y nada.
Lo dije antes y lo repito: la gente se enamora del luchador más que de la máscara. Alguna vez, cuando programaba, producía, escribía, etcétera, para mi antigua casa, me preguntó mi jefe qué opinaba de lanzar un Myzteziz Jr. y la idea no me gustó. No me opuse muy decididamente pero sí le dije que ese nombre, sin el luchador original, carecía de valor. Total, que tras unos minutos, optó por lanzar mejor a un Octagón Jr. (II), Flamita. Ya todos sabemos lo que pasó.
El fallecido y siempre recordado Chuy Escoboza, La Parka, era un garbanzo de libra, un caso único de un hombre que en base a puro esforzarse logró atravesar la dura muralla del odio del aficionado, el cual lo abucheaba todo el tiempo cuando recién lo vio metido en el traje de huesos. Y gracias a su trabajo fue que hasta hoy es la única copia que logró contar su propia historia, ganarse a la gente y volverse taquillero por sí mismo. Conquistó a varias generaciones de aficionados, pero nunca a la que seguía a la AAA de 1992 a 1996: esa siempre tendrá presente que La Parka era Adolfo Tapia.
Chuy hizo realidad su sueño de ser un estandarte de la lucha libre y para ello dio todo de sí (y a la postre la vida). Con el apoyo de su empresa y la guía del Lic. Antonio Peña consiguió lo que parecía imposible. Se colocó, la hizo, fue grande, no solo gracias al nombre que otro encumbró, sino a su talento y al del propio Antonio Peña. Esto sin mencionar la maquinaria de AAA y Televisa, que mucho coadyuvaron. Ese acontecimiento, al que llamaré efecto Chuy, difícilmente se va a repetir. Puede haber diez nuevos Octagones, Parkas, Myzteziz, Sexy Stars, Pentagones, pero es difícil que la gente los acepte, por el simple y sencillo hecho de que el público paga por ver un talento, no una máscara. Las máscaras no luchan, no cortan promos, no conectan con la gente por sí mismas. El luchador es la materia prima y el que cuando está bien dirigido logra o no la magia. Un luchador es bueno o no, tiene carisma o no, pero cuando reúne los factores que requiere la ecuación se puede decir que ya la hizo. Sexy original tiene un estilo muy particular de carisma y la gente no la olvida.
Por eso siempre pensaré que es más digno contratar a Bryan Danielson y ponerle Daniel Bryan (con lo que sus antiguos fans quedaron más que contentos) para poder registrar ese nuevo nombre, o Big Mami a Big Mama (recuerdo con precisión los detalles de este caso), que tomar a Bryan Danielson y vestirlo de Stone Cold Steve Austin o a Big Mama de Martha Villalobos. El público que sabe de lucha nunca va a aceptar eso. Muy bonitos nombres se pudieron usar para la nueva Sexy Star, como Sexy Kitty o Sexy Cat, sin hacerla perder una identidad con la que de hecho ya tenía cierta base de fans y creando una nueva propiedad intelectual en vez de meterle, como se dice, dinero bueno al malo invirtiendo en dotar de credibilidad a una nueva Sexy Star que desgraciadamente siempre será comparada con la original, casi siempre en detrimento de la segunda versión. Crear personajes es una bonita costumbre que espero, sinceramente, no se siga perdiendo en la lucha libre.
Nadie que sepa un poco de lucha libre mexicana dirá que Alebrije/Kráneo es un mal luchador, sino todo lo contrario. Es tan bueno que fue la máxima estrella de Naucalpan antes de ser Máscara Sagrada, después como Alebrije fue un estelarista sólido de AAA y más tarde quizá el que mejor encajó en el estilo de la México de entre todos los “invasores”. A pesar de ello, su talento no bastó para que la gente “agarrara” al nuevo Máscara Sagrada en 1996-1997. Ni mencionar a los que le siguieron, muy buenos algunos, como el original Tigre Blanco de la Arena México, que lo portó y era un luchadorazo, o el primer Máscara Sagrada Jr., el de Triplemanía IV, un muchacho con buena actitud y mucha capacidad como luchador, que también fue Máscara Sagrada dejándole el nombre y equipo del Jr. a otro elemento. Ninguno de ellos, a pesar de ser buenos luchadores, funcionó. La afición sabía quién era Máscara Sagrada original y esa es la verdad. Los papeles, el INDAUTOR, los juzgados y el propio dueño y creador del nombre podrán decir misa e incluso tener razón, pero para la afición eso sale sobrando.
La nueva Sexy Star tiene un paquete más que difícil, comienza con una gigantesca piedra sobre su espalda, una que probablemente tenga que cargar durante años si continúa en el proyecto que hoy le encomiendan. La mayoría de los que han alzado esa piedra se han bajado del barco o los han bajado, porque el efecto Chuy es algo que, en verdad, no se suele ver en la lucha libre.